Del sueño americano al estilo de vida español: experiencias de integración

Como abogado que asesora a estos nuevos residentes, veo cada día cómo estas personas traen consigo una visión abierta, respetuosa y profundamente interesada en la cultura española. No vienen a imponer su modo de vida, sino a convivir, integrarse y aportar.

Carlos Lorenzo, Abogado - Attorney At Law

4/15/20254 min leer

people near building during day
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¿Qué tiene España que hace que tantas familias estadounidenses decidan empezar aquí una nueva vida?

La decisión de mudarse a otro país no se toma a la ligera. Para muchas familias estadounidenses, supone dejar atrás trabajos estables, redes sociales consolidadas y un estilo de vida conocido. Y, sin embargo, cada vez son más los que deciden cambiar ciudades como Los Ángeles, Nueva York o Austin por Madrid, Valencia o Málaga. ¿Qué tiene España que seduce tanto a quienes vienen del otro lado del Atlántico?

La respuesta está en una combinación de factores que hacen de España mucho más que un destino atractivo: la calidad de vida, la cultura, el clima y, sobre todo, una forma distinta —más humana— de entender el día a día. Pero también hay algo más profundo, algo casi histórico y cultural que conecta a ambos países mucho más de lo que a veces se percibe.

En términos de estilo de vida, muchos ciudadanos estadounidenses expresan una creciente fatiga ante la cultura del exceso de trabajo, la competitividad constante y la falta de tiempo para lo esencial: estar con los suyos, descansar, disfrutar del presente. En Estados Unidos, incluso las vacaciones son un lujo limitado; en España, en cambio, el tiempo libre no es un capricho, sino parte esencial del bienestar. Aquí, se valora el placer de una comida larga, una charla en la plaza o un paseo al sol. No es solo una diferencia cultural: es una filosofía de vida.

También está nuestra cultura, rica, diversa, llena de historia y tradiciones vivas. Para muchos estadounidenses, esto supone una fuente constante de descubrimiento y aprendizaje. Y, lejos de mantenerse al margen, muchos de los expatriados que asesoro muestran un interés sincero por integrarse: aprenden el idioma, participan en las fiestas locales, envían a sus hijos a colegios públicos. Buscan ser parte, no visitantes.

Y cómo olvidar el clima. El sol de Andalucía, la brisa mediterránea en la costa levantina o los inviernos suaves del sur son elementos que, frente al frío de Chicago o el caos climático de California, se sienten como una bendición. Poder vivir más tiempo al aire libre, caminar sin necesidad de coche, o simplemente disfrutar de la luz... se convierte en un argumento de peso para muchas familias.

Pero no podemos pasar por alto un dato importante: Estados Unidos tiene una profunda influencia cultural latina, en especial mexicana. El español no solo está presente: está arraigado. Más de 62,5 millones de personas hablan español en Estados Unidos, lo que representa el 18,9% de la población total del país. Técnicamente, EE.UU. no tiene un idioma oficial, y el español es la segunda lengua más hablada después del inglés. Esto significa que, para millones de ciudadanos estadounidenses, mudarse a España no es tan ajeno lingüísticamente como podría parecer. En muchos casos, retoman un idioma que ya conocen, o que sus hijos han aprendido desde pequeños.

Desde una perspectiva histórica, la conexión es aún más profunda. España no es ajena al origen de los Estados Unidos; al contrario, forma parte de su historia. La presencia española en América del Norte fue clave en la configuración del país, con ciudades como San Francisco, Los Ángeles o San Antonio fundadas bajo dominio hispano. En cierto modo, España contribuyó a la creación de Estados Unidos, lo que nos hermana en un vínculo cultural y lingüístico que se suele olvidar. En algunos aspectos, tenemos más en común con ellos que con otros países europeos como Alemania o los nórdicos.

Todo esto suma. Porque lo cierto es que la cultura estadounidense —lejos de los estereotipos— es, en muchos casos, abierta, simpática, hospitalaria y con una vitalidad muy parecida a la española. Quizá por eso, cuando pisan nuestro país, muchos se sienten más cómodos de lo que esperaban… y se quedan.

Como abogado que acompaña a estas personas en su transición a España, lo veo cada día: no es una huida, es una búsqueda. Una búsqueda de equilibrio, de comunidad, de salud mental, de bienestar auténtico. Y eso, en definitiva, es lo que tiene España. No solo atrae por lo que ofrece, sino por cómo lo ofrece: con calidez, con cercanía, con humanidad.

Por eso, cuando alguien me pregunta por qué tantos ciudadanos estadounidenses se mudan a España, suelo responder: porque aquí no solo se vive, se vive mejor.

Una integración que aporta a la sociedad española

Como abogado que asesora a ciudadanos estadounidenses en su proceso migratorio a España, soy testigo diario de una realidad que merece más visibilidad: la inmigración de los ciudadanos norteamericanos  suma, construye, y enriquece profundamente nuestra sociedad.

Estos ciudadanos norteamericanos no vienen empujados por la necesidad, sino atraídos por lo mejor que ofrece nuestro país: la calidad de vida, la cultura, el sistema de salud, la seguridad, y una forma de entender el tiempo y las relaciones humanas que contrasta con el ritmo acelerado de sus ciudades de origen.

No buscan vivir en una “burbuja americana” en territorio español; al contrario, hacen un esfuerzo genuino por integrarse.

Sus hijos aprenden castellano, van a colegios locales, se hacen amigos del barrio.

Ellos mismos pagan sus impuestos aquí, respetan nuestras costumbres, participan activamente en la vida comunitaria y, en muchos casos, emprenden o trabajan en sectores donde aportan valor desde su experiencia internacional.

No es una inmigración que venga a aprovecharse del sistema, sino a participar en él.

Esta realidad contrasta con otros tipos de inmigración más pasiva, como la de personas con altos ingresos que vienen a retirarse sin intención real de integrarse o aprender el idioma.

El perfil que yo trato día a día es muy distinto: personas comprometidas, agradecidas y con ganas de construir una vida en España, no solo de pasar por ella.

Por eso, desde mi experiencia profesional y personal, creo firmemente que esta inmigración aporta, y mucho, a la sociedad española.

No solo en lo económico, sino también en lo cultural y lo humano.

Y merece ser reconocida como tal.

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